Traslada espacios de trabajo, mueve el sistema y da libertad para mejorar los resultados de la colaboración
Son pocas las tareas en las organizaciones que no requieren de la colaboración. De trabajar con otros. La tecnología viene ayudando exponencialmente en los últimos años a mejorar el entorno y el marco de la colaboración, desde el teléfono al e-mail. A día de hoy, son los dos sistemas tecnológicos más utilizados para trabajar con otros.
Ahora han llegado nuevas herramientas a ocupar ese espacio. Lo que se denominan sistemas de colaboración social business, que son entornos privados corporativos que se parecen mucho a las redes sociales en las que muchos nos relacionamos con nuestros círculos personales y profesionales.
Los acercamientos de las empresas a esas tecnologías están produciendo un efecto secundario mucho más interesante que la propia adopción de nuevas herramientas. Resulta que muy pocas organizaciones facilitaban realmente la colaboración. La jerarquía, el control y un sistema cerrado en exceso, heredado de la organización industrial, mata la colaboración pura y espontánea.
Como argumento defensivo ante estas nuevas tendencias, los garantes del Status Quo en las empresas preguntan por el ROI de la colaboración. No les interesa dar libertad para colaborar, compartir y conectar, no están listos, les da miedo liberar a su gente. Ciertamente es un cambio de cultura en una organización y no se puede asimilar a la velocidad de despliegue de una plataforma tecnológica. Falta confianza en las personas.
Cómo bien decía un antiguo compañero, “si tenemos que justificar el ROI de la colaboración en una organización, tenemos un serio problema”. Pero aún así, ¿qué argumentos podemos dar a esas posiciones de rechazo? La colaboración supone un salto cualitativo. Pasamos de tener grupos de personas trabajando juntas a tener equipos. Los equipos nos garantizan motivación, esfuerzo compartido y solidaridad. Y un equipo colaborando multiplica exponencialmente la potencia de cada individuo. La colaboración también supone un salto cuantitativo, es productividad. Se hace más en menos tiempo, se hace mejor con menos esfuerzo.
Si antes de estas reflexiones se estaba midiendo la productividad en su empresa, enhorabuena, ahora podrá comparar las mejoras que se derivan de una mayor y mejor colaboración, seguramente apoyada por alguna de esas nuevas tecnologías 2.0 y sin duda soportada por una organización con unos valores diferenciales.
El refuerzo del concepto de colaboración se debe afrontar desde dos vías. Por una parte desde las actividades actuales ya identificadas y que requieren trabajo en conjunto y organizado. Se ejecuta trasladando espacios de trabajo y moviendo el sistema, el modo. Prohibiendo ciertos tipos de emails, limitando reuniones presenciales, incorporando tecnología, transparencia y fomento de la participación. Y reconociendo la colaboración dentro del desempeño de las personas. La otra vía es la libertad y la confianza en los grupos colaborativos espontáneos. Dejar todas las potencialidades de los espacios físicos y virtuales disponibles para todo el mundo. Romper los muros para gestionar proyectos, para comprtir intereses profesionales, para innovar, para compartir conocimiento. En este caso la necesidad de reconocimiento social y efectivo es más relevante.
¿El ROI de la colaboración? Incrementa la productividad (más en menos y con menos), rebaja el estrés, reduce los errores, identifica expertos, ayuda a encontrar soluciones de innovación, facilita el intercambio de conocimiento…
Según un estudio de la consultora McKinsey *[i] realizada a casi 1.600 empresas, la colaboración sustentada y potenciada con tecnología 2.0 les afecta positivamente en los siguientes términos: El 77 % incrementaron la velocidad y calidad de acceso al conocimiento, el 60 % redujeron los costes de comunicación, el 44 % redujeron los gastos de viajes y desplazamientos, el 41 % incrementaron la satisfacción de los empleados, el 18 % mejoraron los resultados de ventas…
La mejora de la colaboración es una obligación para cualquier organización que quiera ser competitiva. Si no ha comenzado aún a gestionar este aspecto en su empresa, no pierda más tiempo y empiece hoy mismo.
Como argumento defensivo ante estas nuevas tendencias, los garantes del Status Quo en las empresas preguntan por el ROI de la colaboración. No les interesa dar libertad para colaborar, compartir y conectar, no están listos, les da miedo liberar a su gente. Ciertamente es un cambio de cultura en una organización y no se puede asimilar a la velocidad de despliegue de una plataforma tecnológica. Falta confianza en las personas.
Cómo bien decía un antiguo compañero, “si tenemos que justificar el ROI de la colaboración en una organización, tenemos un serio problema”. Pero aún así, ¿qué argumentos podemos dar a esas posiciones de rechazo? La colaboración supone un salto cualitativo. Pasamos de tener grupos de personas trabajando juntas a tener equipos. Los equipos nos garantizan motivación, esfuerzo compartido y solidaridad. Y un equipo colaborando multiplica exponencialmente la potencia de cada individuo. La colaboración también supone un salto cuantitativo, es productividad. Se hace más en menos tiempo, se hace mejor con menos esfuerzo.
Si antes de estas reflexiones se estaba midiendo la productividad en su empresa, enhorabuena, ahora podrá comparar las mejoras que se derivan de una mayor y mejor colaboración, seguramente apoyada por alguna de esas nuevas tecnologías 2.0 y sin duda soportada por una organización con unos valores diferenciales.
El refuerzo del concepto de colaboración se debe afrontar desde dos vías. Por una parte desde las actividades actuales ya identificadas y que requieren trabajo en conjunto y organizado. Se ejecuta trasladando espacios de trabajo y moviendo el sistema, el modo. Prohibiendo ciertos tipos de emails, limitando reuniones presenciales, incorporando tecnología, transparencia y fomento de la participación. Y reconociendo la colaboración dentro del desempeño de las personas. La otra vía es la libertad y la confianza en los grupos colaborativos espontáneos. Dejar todas las potencialidades de los espacios físicos y virtuales disponibles para todo el mundo. Romper los muros para gestionar proyectos, para comprtir intereses profesionales, para innovar, para compartir conocimiento. En este caso la necesidad de reconocimiento social y efectivo es más relevante.
¿El ROI de la colaboración? Incrementa la productividad (más en menos y con menos), rebaja el estrés, reduce los errores, identifica expertos, ayuda a encontrar soluciones de innovación, facilita el intercambio de conocimiento…
Según un estudio de la consultora McKinsey *[i] realizada a casi 1.600 empresas, la colaboración sustentada y potenciada con tecnología 2.0 les afecta positivamente en los siguientes términos: El 77 % incrementaron la velocidad y calidad de acceso al conocimiento, el 60 % redujeron los costes de comunicación, el 44 % redujeron los gastos de viajes y desplazamientos, el 41 % incrementaron la satisfacción de los empleados, el 18 % mejoraron los resultados de ventas…
La mejora de la colaboración es una obligación para cualquier organización que quiera ser competitiva. Si no ha comenzado aún a gestionar este aspecto en su empresa, no pierda más tiempo y empiece hoy mismo.